Recordar buenos momentos combate el estrés

Recordar buenos momentos combate el estrés

“Recordar los buenos momentos aleja la depresión y ayuda a combatir el estrés”

Volver la vista atrás es bueno a veces y nos permite mirar hacia delante con menos temor. En especial si lo que sacamos del mítico baúl son recuerdos de los momentos agradables que hemos dejado atrás. Y es que este pasatiempo tan sencillo y aparentemente insustancial que hacemos de forma natural con cierta frecuencia es muy útil, porque nos ayuda a regular mejor las emociones, a alejar la depresión y nos hace más fuertes frente al estrés

¿Qué ocurre en el cerebro cuando nos entra la nostalgia de los buenos momentos pasados y por qué tiene efectos tan positivos en nuestro estado de ánimo?

Revivir mentalmente los buenos momentos nos inunda de las emociones que entonces sentimos casi con la misma intensidad. Esas emociones son percibidas como una gratificación y ponen en marcha el sistema de recompensa del cerebro, de forma muy similar a cuando las experimentamos en la situación real. Con ello se libera dopamina, un neurotransmisor que nos proporciona una sensación de euforia, pero que también contribuye a aumentar la motivación.

Echar una mirada al pasado con un filtro positivo nos hace más felices y nos permite después hacer frente con más éxito a las experiencias negativas, cuando lleguen. Algo así como una especie de vacuna contra  la desmotivación. Esos recuerdos agradables ayudan a automotivarse, sin depender para ello de recompensas externas, como las alabanzas o el dinero.

Todas las células de nuestro cuerpo tienen memoria

Se ha comprobado que en cada una de nuestras células, aproximadamente cien mil millones, existe una zona de memoria donde se aloja la información genética. Los recuerdos que percibimos se transforman en ARN (ácido ribonucleico), que luego es almacenado en forma de proteína. Por tanto, si cada célula de nuestro cuerpo duplica el ARN también, podemos concluir que cada célula puede asumir las mismas funciones que las células cerebrales.

La mayoría no recordamos nada antes de los tres años de edad

Se creía que puede ser debido a que a esa edad no tenemos desarrollado el lenguaje asociado a la mente y la consciencia de la persona pero en algunos animales han comprobado que también sufren este tipo de amnesia en edades prematuras. Por lo visto, durante la infancia, se favorecen los mecanismos para olvidar los recuerdos a largo plazo, liberando a la mente de retener demasiada información cuando se está en proceso de aprendizaje de recuerdos a corto plazo y habilidades.

Las emociones ayudan a recordar

El caso de un joven autista afectado por el síndrome de Aspenger (las personas que lo padecen suelen tener una inteligencia normal o ligeramente por encima de la media, pero muestran rutinas o rituales repetitivos, así como una tendencia a hablar de manera demasiado formal o monótona y a interpretar figuras retóricas e ironías de manera literal) es capaz de realizar operaciones aritméticas complejas de forma instantánea, puede aprender un idioma en pocos días. Él percibe los números con formas, colores y texturas. Sus estados de ánimo son números, su vida está rodeada de números. Por ejemplo para él los miércoles son azules, como el número nueve. El 11 es simpático, el 5 chillón y el 4 tímido y tranquilo y el 89 le recuerda la nieve cayendo.

La capacidad de almacén de nuestra memoria es enorme y está totalmente desaprovechada

Estudios revelan que aunque fuéramos capaces de retener 10 datos nuevos por segundo durante toda nuestra vida, al final de ella un cerebro medio habría dejado de utilizar al menos el 50% de su capacidad memorística.

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